La gente que parece no tener miedo… ¿a quién se lo cuenta?
Quiero decir, ¿con qué persona se permiten mostrar el temblor? Porque tenerlo, lo tienen. Esto es una cosa que he dejado de dudar con los años.
A mí me dan miedo muchas cosas, no sé si cada vez más o cada vez menos, pero sí sé que cada día me asusto durante un tiempo más breve y blandito, y esto es un placer adquirido a base de repetición y cerebro magullado.
Collage de Jennifer Dowd
Algún día, no sabes cuándo (me digo a mí misma), ya no te vas a fijar en cómo son los besos o cuánto tiempo falta para el nuevo abrazo, porque todo tendrá sentido antes de pensarlo.
El cartel de «asesora creativa» que te preocupa que sea efímero y no consiga pagarte los viajes que tienes en mente, será una etiqueta que pronuncies con una confianza que aún consideras excepcional.
Ese día en que te despiertes y tengas la certeza de que la paciencia sí sirve, sí suma, sí te lleva donde necesitas ir, vas a reírte de aquellas mañanas en que tuviste un mal despertar con la duda y el ansia.
Tampoco sé decirte si queda mucho o quizás solo una semana, pero algún día, no sé cuándo, dejarás de preguntarte si está bien acariciar -piel o cabeza- sin esperar el mismo gesto de vuelta, porque habrás entendido que la clave no es medir lo que das para que te quieran, si no aprender cuándo irse para quererte mejor.
Algún día, casi ya, vas a saber acompañar y saborear otro ritmo, otra forma, otro lenguaje, con la seguridad de quien ve lo que late por detrás del movimiento lento. «Que la excusa no sea el tiempo, porque siempre serán las ganas». Lo escribiste hace años, y te lo recuerdas.
Te digo, desde el futuro de no se sabe cuándo, que no hace falta que pruebes todo lo que lleve aceituna en sus ingredientes, porque muy pronto, si no lo has asumido ya, vas a saber que la sencillez de un platito de olivas te da más placer que cualquier floritura por inventar.
También me atrevo a decirte, porque sé que a veces lo piensas, que sí sabrás reconocer si están contigo porque quieren, o por inercia. Así que relájate ya, ahora. Tampoco te van a engañar quedándose los cuidados y dejándote las penas, porque ya no te interesa el truque, lo tienes repe.
Algún día, no sé cuándo, te va a dar mucha ternura leer en tus cuadernos las preguntas que te quieres sacar de la cabeza porque mirarlas las hace más pequeñas.
Poco a poco tendrás las respuestas y otras dejarás de perseguirlas. También te auguro nuevas y brillantes dudas, no te quepa duda. Pero eso ya, otro día.
Yo, como decía al principio, no sé a quién cuenta sus cosas la gente que parece que no tiene miedo, pero yo, que soy escritora, sé que si no tuviera a nadie a quien susurrarle lo que me persigue la calma, convertiría todos estos temblores en historia, porque la gente como yo, cuando no lo habla con alguien, tiembla para el que lee.
Así que gracias por ayudarme a fingir que aquí no pasa nada.
😍 Recuerda que si comentas, compartes un trocito de tu lectura o interactúas conmigo, me ayudas a llegar a más gente. Y te lo agradezco mucho.
📖 Para comprar mi último libro, El sofá de Carmen, puedes hacerlo desde la web de la Editorial Nazarí o en tu librería preferida, que siempre es mi opción preferida. Recuerda que si no lo tienen siempre puedes encargarlo.
📻 Si quieres escuchar todas las conversaciones y recomendaciones de libros del podcast Bajo el limonero, aquí tienes el enlace directo.